Tensión protocolaria no resuelta en Canarias

Hay miles de manuales de protocolo y comunicación dedicados al orden en que han de situarse unos y otros cargos, según su rango, en un acto público. Sin embargo, siempre ha habido personalidades que se han resistido a seguir las indicaciones formales, o que se han resignado a seguirlas a regañadientes, para desespero de técnicos y personal auxiliar. Durante un acto de despedida a un destacamento militar español que partía hace tan sólo unos días desde Canarias, con destino Afganistán, se volvieron a poner a prueba todos los fastos protocolarios. Los protagonistas no fueron los soldados, sino dos políticos: el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, y el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero. Los presentes aseguran que el ministro, poco conforme con el lugar en el que le habían ubicado, le negó el saludo al presidente autonómico cuando llegó el turno de estrechar su mano. Soria contó con el apoyo de la delegada del Gobierno, Carmen Hernández Bento, que respaldó al ministro en sus quejas y su actitud. Al término de la despedida castrense, el presidente Rivero quitó hierro al episodio e insistió en que con el ministro sólo habían hablado de fútbol. Quizá el desplante de Soria haya quedado en un lance aislado en el juego político.

 

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